Vivir en paz a través de la aceptación

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Buenos días, espero que estés bien y que independientemente de tus circunstancias, vivas con alegría. Hoy traigo un tema que desde hace un tiempo está muy presente en mi vida y que me ha llevado a prestarle una atención especial. Se trata del poder de la aceptación como solución a los cambios y situaciones que experimentamos y que acaban por frustrarnos. Creo que todavía no ha llegado a calar bien en la sociedad que vivimos que aceptar lo que nos sucede en la vida es el primer paso para vivir desde la tranquilidad y la calma. Cualquier otra decisión que no sea aceptar tus circunstancias te devolverá dolor y sufrimiento. Mi objetivo es que tomes conciencia de esto, y al menos que te des cuenta en qué medida estás utilizando la aceptación.

Empiezo escribiendo este post aplicando la lección. Tengo 1 hora para escribir el artículo, editarlo y publicarlo en la web y redes sociales. Normalmente suelo tardar 2 horas. Hoy acepto que no tengo más tiempo, y elijo adaptarme a las circunstancias. En consecuencia el post de hoy será más corto de lo habitual. Aceptación implica adaptarse a la realidad, y asumir que no puedes hacer lo mismo si la situación no te lo permite. Te liberas de la presión del “quiero y no puedo” y lo cambias por “quiero y lo hago, aunque sea diferente”. Consigues salir airoso en lugar de darte contra una pared.

Todos los días de nuestra vida suceden hechos que no estaban previstos ni premeditados. La expectativa que tenías no se cumple y te encuentras ante un resultado que no esperabas. Sucede en todos los ámbitos de tu vida, piénsalo y te darás cuenta. Esa persona que tanto aprecias que no te demuestra lo que esperas de ella, ese día en el trabajo en el que las cosas no salen como te gustaría, esa reunión de amigos que se vuelve tensa por un comentario inapropiado, ese gasto inesperado que te descuadra el mes, etc…

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Existen 3 formas de afrontar estos hechos que vivimos y que no controlamos:

  • RESISTENCIA

No entiendes el porqué de los hechos, le das 1.000 vueltas a los motivos y te duele pensar que ya no hay vuelta atrás. Intentas buscar alternativas para que el resultado sea el que tú deseas. No pasas página, pasan los días y eso sigue en tu cabeza. Estás cansado/a del tema. Te estas resistiendo a los hechos y a sus consecuencias, estás haciendo demasiada fuerza para llevar las circunstancias a tu terreno. Y te duele.

  • RESIGNACIÓN

Decides pasar página y no darle muchas vueltas al tema. Parece que al día siguiente ya no te acuerdas de lo sucedido pero en el fondo el dolor permanece. Elijes olvidar pero no perdonar, perdonar es de personas débiles y tú no lo eres. Además no quieres que te tomen por tonto. No estás peleando con la situación pero tampoco has dejado de definitivamente de pensar en las consecuencias. Es una forma de resistencia pasiva, de momento lo llevas bien pero con el tiempo vuelve a dolerte y aparecen recuerdos que te despiertan frustración y rabia.

  • ACEPTACIÓN

Asumes lo que ha sucedido sin intentar cambiarlo. Te responsabilizas de tus decisiones. Seguramente podrías haber elegido otras opciones mejores, pero no te duele no haberlas tomado. Decides vivirlo como una experiencia más y te enfrentas a las consecuencias sin miedo y dispuesto a seguir tomando decisiones para que el cambio dure lo menos posible y el dolor sea el mínimo. En el fondo sabes que cada persona tiene su propia opinión y actúa en base a sus experiencias, y eso no depende de ti. No hay dolor ni frustración, al contrario, te alegras de que haya pasado porque es una lección aprendida.

Elegir una forma u otra de afrontar los hechos tiene diferentes consecuencias:

  • Resistencia – parálisis, bloqueo mental y emocional, miedos y tristeza
  • Resignación – toleras en exceso, no pasas página, vives con la duda permanente
  • Aceptación – comprensión, entendimiento, paz, tranquilidad, liberación

Miro a mí alrededor y veo mucha resistencia, algo menos de resignación y poca, muy poca aceptación. Y te aseguro que desde hace ya algunos años que practico la aceptación, y aunque en muchas ocasiones no lo consigo, en otras muchas sí y el mayor beneficio que obtengo es libertad. Me libero de una carga que no es mía, porque me viene impuesta desde fuera y yo elijo si quiero cargar con ella o soltarla. Me libero de los ideales y las opiniones de otras personas que no son los míos y que muchas veces sin querer le damos más importancia de la que merecen. Me libero de querer que el mundo funcione a mi manera cuando en realidad el mundo no lo he creado yo y por lo tanto no soy dueño y señor de lo que sucede en él. Me libero porque no paso ni un segundo pensando en lo que pudo ser y no fue, y que no será. Me libero porque la vida es cambio constante y elijo libremente vivir ese cambio a mi manera. Me permito fallar y experimentar el dolor, porque negar el dolor es mortífero, y sentirlo es vivirlo con libertad, a tu manera.

Te sugiero un pequeño ejercicio para tomar conciencia de cual es tu nivel de aceptación. Responde a las siguientes preguntas en un folio en blanco dejando fluir tus argumentos:

  • ¿Qué hechos te impiden pasar página?
  • ¿Qué hay en tu vida que te mantiene en situación de alerta?
  • ¿A quién/qué culpas de lo que sucede en tu vida?
  • ¿Cuál es la recompensa por no aceptar el resultado?
  • ¿Cuál es tu nivel de responsabilidad en los hechos que estás viviendo?
  • ¿Cuánto tiempo estás dispuesto/a a llevar esa carga?
  • ¿Cómo sería tu vida si aceptaras eso, y te adaptaras sin rencor?

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Te deseo un feliz día. Hasta la próxima semana.

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