Reflexiones sobre el perdón

Buenos días querido lector. ¿Cómo te sientes hoy? Espero que estés disfrutando de estos días de Pascua y que aquello en lo que hayas decidido emplear tu tiempo libre te recargue para afrontar el segundo trimestre del año con la mejor actitud.

En estos momentos son las 9:57 h, y me encuentro escribiendo junto a un río, sentado en el suelo, apoyado junto a un árbol y con una sinfonía de sonidos a mí alrededor de lo más placentera. Estoy en un pueblecito de la zona interior de Granada pasando unos días de descanso y desconexión. Esto último es literal, ya que ni siquiera tengo conexión a internet principalmente porque no llega la cobertura. Pero mi compromiso con este proyecto no me puede impedir escribir este post. En las próximas horas espero haber encontrado un lugar con wifi para subirlo al blog. Paradójicamente en el escenario menos apropiado siempre se puede encontrar el momento y el lugar para perseverar en un objetivo.

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Esta foto muestra el entorno donde estoy escribiendo

Hoy iba a escribir acerca de los Valores tal y como te propuse en el post de la semana anterior. Pero he pensado pasar este post a otro momento y escribir de forma espontánea sobre las reflexiones e inquietudes que han pasado por mi mente en las últimas horas.

¿Has perdonado lo suficiente como para estar en paz?

Muchas personas pasan demasiado tiempo con asuntos pendientes con otras personas que no se resuelven y que sin duda son un lastre en forma de dolor y pensamientos negativos. Creo que muchas de estas personas sienten que están bien porque han aparcado estos asuntos para siempre y creen que no les afecta, pero nada más lejos de la realidad. Lo veo constantemente a mí alrededor.

Y de verdad creo que si no perdonamos lo suficiente estamos condenados al sufrimiento, porque no soltamos lastre, no nos despegamos del problema o asunto pendiente que nos queda con esa persona. Cuando perdonas te liberas, te quitas peso de encima. Cuando no perdonas sucede el efecto contrario, que alimentas el problema con críticas y quejas y la carga se hace más y más grande afectando incluso a tu salud y a la de las personas que tienes cerca.

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Para perdonar se necesita una dosis de coraje y humildad importantes, pero necesarios. Mucha gente cree que si perdona se está rebajando porque el daño ha sido tan grande que la otra parte no merece aprecio alguno. Ven el perdón como un acto de debilidad. Desde mi punto de vista creo que este pensamiento es fruto de una creencia limitante.

Mi sugerencia es que perdones más, incluso que te perdones a ti mismo/a, y hagas las paces en todas las guerras pendientes que tienes en tu vida. Mi mantra para este tipo de casos es el siguiente, “Cada persona actúa en cada momento de la mejor forma que sabe”. Esto no quiere decir que no haya malas personas que tienen malas intenciones, pero creo que la mayoría de las personas no las tiene, solamente no saben hacerlo mejor en ese preciso momento.

Creo que cada persona, cuando entra en conflicto con otra persona en el fondo está defendiéndose o defendiendo a alguien que es importante en su vida. Aquí el miedo juega un papel importante, forma parte de nuestras vidas y suele ser la principal causa de muchos problemas sociales. Piensa en el último conflicto que has tenido y pregúntate que estabas defendiendo. Seguramente detrás de esa actitud existirá la sensación de que si no lo defiendes perderás algo valioso. Por este motivo es importante entender el perdón, porque en cada enfrentamiento entre 2 personas existen 2 mundos totalmente distintos de creencias y sentimientos que solamente cada una de las partes conoce verdaderamente. 2 mundos complejos que además tienen sus propios prejuicios y suposiciones acerca del otro, lo que hace todavía más difícil el entendimiento entre ellos ya que a la hora de gestionar el conflicto, normalmente intentamos convencer a la otra parte sobre nuestro punto de vista y necesidades sin pararnos a pensar cómo le está afectando nuestra postura.

Todo esto conlleva a que en la mayoría de los conflictos todo gira en torno al problema y al desencuentro en lugar de centrar esfuerzos en la solución y en el entendimiento. En este momento es donde entra en juego la humildad para reconocer que quizás soy parte del problema, y como tal paso a formar parte de la solución. Esto siempre es mejor que esperar a que el otro nos proponga la excelente solución que yo espero y así solucionar el conflicto.

No sé tú pero a mí me parece bastante absurdo querer solucionar un conflicto sin ceder ninguna de mis pretensiones. Humildad para reconocer que no somos tan buenos como para llevar siempre la razón y que nos equivocaremos mucho, y una vez superada esta fase, utilizamos el perdón como medio para reconocer que la otra parte también se equivoca.

  • Te perdono porque tus acciones y decisiones forman parte de tu pasado y de tus experiencias, y no soy nadie para juzgarlas porque no las he vivido.
  • Te perdono porque has defendido algo que para ti es importante al igual que yo defiendo lo mío, y cuando sientes que algo importante para ti puede verse amenazado te defiendes como haría cualquier mortal.
  • Te perdono porque reconozco que pude haberlo hecho mejor de lo que lo hice, o mejor dicho, me perdono a mí mismo/a.
  • Te perdono porque quiero estar bien contigo, cada uno con su vida pero entre nosotros quiero que haya paz.
  • Te perdono porque no eres un ser superior que siempre toma buenas decisiones. Te equivocas igual que cualquier persona, y eso nos hace mejores amigos, familiares, compañeros.

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Que disfrutes de la paz que da perdonar a alguien desde el amor, la humildad y el respeto. Gracias por estar ahí, siempre.
Que tengas un día iluminado y no olvides elegir tu actitud. Hasta pronto.

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