El miedo a no vivir

He descubierto un nuevo miedo, quizás uno de los más importantes que puedan acechar la felicidad de una persona. El miedo a no vivir. Es un miedo sigiloso que parece que no existe pero que aparece en momentos clave, cuando te das cuenta de que no estás presente en la vida, en esos instantes que están sucediendo ahora y de los cuales no estás llevándote absolutamente nada. De repente tomas conciencia y parece que acabas de salir de un exorcismo, tu mente te había llevado a una montaña rusa de pensamientos y preocupaciones y te había alejado de lo importante, de la vida.

Hace un tiempo que experimenté esto con una película, el club de los poetas muertos. El profesor Keating les decía a sus alumnos constantemente la famosa frase de Carpe die, “aprovechad el momento”, inspirándolos a que buscaran su propósito para emplear su vida en ello desde hoy mismo, que no tuvieran miedo a vivir sino a no vivir.

En esta ocasión me ha vuelto a resonar esto leyendo un libro fabuloso que me tiene hipnotizado, Open memorias de Andre Agassi. En una de sus páginas leo este fragmento, y vuelvo a sentir miedo a no vivir.

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Pienso que nos resulta tremendamente fácil salir de nuestra vida real para fantasear cosas que anhelamos. Nuestro cerebro busca continuamente escapar de lo que tiene enfrente para buscar aquello que nos aporta placer. Es un experto en crear historias irreales con el objetivo de mantener su misión, la de sobrevivir sin excesivas complicaciones. Sobrevivir sin riesgos, eso es lo que quiere nuestro cerebro. Es curioso que el recurso que más potencial puede aportar a las personas, su cerebro, nos aleje tanto de lo mas importante que hemos venido a hacer, vivir.

Una vez conocí a una persona de estas que cuando llegan a tu vida sabes que van a marcar tu futuro con alguna enseñanza. Esta persona me contó que siempre que le preguntaban que expectativa tenía sobre X o Y experiencia que estaba por venir el siempre respondía, “mi única expectativa es vivirla con presencia”. Presencia, ¿que palabra tan poderosa no crees? Desde entonces constantemente viene a mi mente esa palabra y me automotivo para hacerla parte de mí, para ponerla en práctica. Si tuviera que encontrar una sola palabra que fuera sinónimo de vivir sería Presencia. Vivir es estar presente, sentir el momento, pensar pero con conciencia de la situación, mirar en lugar de ver, escuchar en lugar de oir, ser en lugar de estar, estar en lugar de dudar. Todo esto es vivir y mi convencimiento es que se vive desde la presencia.

Salvo que seas un Yogui del Tibet que hayas entregado tu vida a la meditación y a la plena conciencia, te resultará tremendamente complicado estar presente cada minuto de tu vida. A mi también, por eso medito 10 minutos cada día, porque al menos sé que en ese tiempo me acerco a la verdadera vida durante unos pocos segundos. Es difícil no caer en las trampas de nuestro cerebro, muy difícil. Pero merece la pena estar atento a ello para darte cuenta y tener parte del control para romper con ese torrente de pensamientos absurdos y volver al momento presente, al aquí y ahora con el objetivo de que aunque sea por unos pocos segundos, recordarte a ti mismo/a que se te había olvidado vivir.

Nuestra vida necesita que utilicemos nuestra parte lógica y mental para tomar decisiones cada día, para solucionar nuestros problemas, y para encontrar sentido a nuestras dudas y nuestros miedos. Todo esto es necesario y está bien. Te lo dice una persona tremendamente lógica y racional. Pero a la vez te propongo que no pierdas la conexión contigo mismo, con tu cuerpo, con tus sensaciones, con tu respiración, con tu corazón. ¿Cuándo fue la última vez que te paraste a sentir el latido de tu corazón? Es ahí donde está la vida, tan cerca y a la vez tan lejos.

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Cuando creas micromomentos de conciencia para entrar en conexión con la vida tu perspectiva del mundo cambia y comienzas a darle mucho más valor a todo. Cuando te enfocas en vivir con presencia suceden cosas maravillosas:

  • Los problemas duelen y molestan pero los vives desde la paz y las soluciones acaban llegando, porque hemos vivido los probelmas y no han sido los problemas los que han vivido de nosotros.
  • Tienes sueños por cumplir y metas por alcanzar, pero eso no te mantiene alejado del presente sino que te sirven de inspiración para estar centrado en que cada día sea una oportunidad de lograr esos sueños.
  • No te da miedo equivocarte porque aprendes a sentir los errores, a escuchar los aprendizajes que te dan esas experiencias y a aceptarlos. Sigues intentando cosas sin miedo a errar.
  • Las sensaciones negativas se convierten en fuentes de información sobre ti mismo. La vergüenza, la rabia, la tristeza, la frustración, todas ellas dicen algo de ti que te ayuda a mejorar y tienes que estar muy presente para escuchar esas lecciones.
  • Tienes siempre un permanente sentimiento de agradecimiento a todo. Cualquier persona que aparece en tu vida merece que le des las gracias. Sientes gratitud por cada experiencia. Dar gracias a la vida por nada y por todo a la vez es una de las mejores acciones que puedes hacer para reconectarte.

Tenemos que librar esa batalla permanente. En un bando estará tu autosaboteador, tu ego o lo que quiera que sea esa parte de ti que quiere que te evadas de la realidad para huir y permanecer protegido. Y en el otro bando está tu verdadero yo, aquel que experimenta la serenidad y la felicidad en el ahora con independencia de tus circunstancias. En medio de esa batalla está nuestra vida. ¿Te atreves a vivir de verdad?

Que disfrutes de este día.

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