Uno de los mejores consejos que puedes darle a alguien es el siguiente: “No te crees expectativas”. Cuando entiendes y aplicas este consejo, el resultado es espectacular.
Las expectativas son las ideas y situaciones que nos creamos en nuestra mente acerca de alguna situación que está por venir. Nos creamos una falsa realidad acerca de lo que nos gustaría que sucediese o no sucediese, depende de la dosis de optimismo.
Lo cierto es que inconscientemente, a diario nos creamos multitud de expectativas. Muchas de ellas pasan desapercibidas porque no son importantes, pero en otras ocasiones nos generamos expectativas altas y al encontrarnos con la realidad y comprobar su resultado, nos frustramos.
Las expectativas que acaban en frustración son causa de nuestra propia exigencia acerca de lo que queremos que nos depare el futuro. Queremos que el futuro nos depare soluciones y deseos cumplidos. Llegamos incluso a ponerle colores, formas, paisaje, temperatura, olor, y otros muchos componentes a lugares que no hemos visto ni en fotos. Nos volvemos máquinas de crear situaciones por anticipado. Anticipamos diálogos con personas, gestos, miradas, conversaciones, incluso sentimientos. Somos capaces de crear un cortometraje en nuestra mente con todo lujo de detalles, a la espera de que la realidad nos lo muestre de forma idéntica.
Lo que hace que nos frustremos es la predisposición ante las expectativas creadas. Cuando digo predisposición, hablo de la actitud y el estado que se genera en nosotros ante la situación futura. Si yo voy a conocer a una persona por primera vez, y mis expectativas generadas hacia esa persona son, por ejemplo: “será atractiva, vestirá elegante, dicen que habla muy bien, será inteligente…”. Seguro que mi actitud de inicio hacia la persona será muy distinta a si concibo a la persona con otras expectativas bien distintas.
Cuando no te generas expectativas, estás dispuesto a recibir cualquier situación que te depare el futuro. Estás abierto/a a la experiencia en su totalidad. No imaginas personas, ni lugares, ni condiciones. Crees en que cualquier situación que se dé, te deparará buenas sensaciones. No existe la frustración, ni la decepción. La actitud será receptiva a lo que venga. Y en estas condiciones, nada de lo experimentado hará que tu valoración sea negativa, porque no has creado un marco previo en el que comparar. No creas en tu mente una falsa realidad.
Cuando notes que te estás creando expectativas innecesarias, intenta darle órdenes a tu mente para que las cambie o las elimine de inmediato. Utiliza este mensaje para ayudarte: “Esta vez no voy a anticiparme, quiero vivir la experiencia sin condiciones”. O créate tu propio mensaje para mandarle a tu subconsciente. Te invito a que pruebes a no crearte expectativas en la próxima ocasión, y valores el aprendizaje.
Foto vía: http://delcampovillares.com/
Toda la razón, las mayoría de nuestras frustraciones son por que algo que esperábamos no era como imaginábamos. Aunque también apuntar que a veces no es fácil no crearte una expectativa o por lo menos en mi caso.
Totalmente de acuerdo Paqui, no es fácil. Al final lo fácil suele ser lo que no cuesta demasiado trabajo de conseguir, lo que obtienes con pocos intentos. Y en el caso de las expectativas, se necesita práctica y perseverancia. Dicen que cuanto más difícil es el trayecto, mejor sabe alcanzar la meta.
Un abrazo amiga.